
Verdad es
que Juan Reynoso murió en su ley. Para algunos, necedad; para otros, virtud. Lo
concreto es que el técnico rojinegro impuso su pensamiento más allá de los
momentos de apremio que le exigían ser atrevido. Falló, pero defendiendo su
convicción.
Duda es esa
pisca de compromiso que le faltó a Alberto Rodríguez. Si bien es cierto “El
Mudo” no superó al ciento por ciento su lesión (desgarro al muslo derecho), lo
que se pone en tela de juicio es esa resignación prematura a quedar fuera de
una final. Faltó ese cariño que no siente por los colores melgarianos.
Verdad es
que el mexicano Rogelio Chávez no estuvo en las dos finales por un descuido
elemental (no tenía la documentación en regla para jugar), que jamás quiso
reconocer el jefe de equipo Gustavo Vivanco, que por el contrario aseguró que
todos estaban habilitados.
Es subjetivo
afirmar que el volante hubiese cambiado la historia. Pero lo cierto es que por
un detalle como éste, Melgar prescindió de un “arma” menos para afrontar un
compromiso donde tenía que llegar con toda la “artillería” disponible.
Duda será el
por qué Reynoso optó por dejar en el banco de los suplentes a Ysrael Zúñiga,
que durante todo el segundo tiempo se cansó prácticamente de suplicarle a su
entrenador realizar la variante para buscar algo más, en un cotejo donde
faltaban ingredientes de jerarquía.

Duda es el
futuro rojinegro en la Libertadores. Nombres como el de Daniel Chávez, Pedro
Requena, Wilmer Aguirre no garantizan superar la desastrosa campaña que
realizaron este año en el certamen de clubes más importante de Sudamérica.
Sin embargo,
verdad es que Reynoso y su equipo de trabajo han demostrado con hechos
palpables tener la suficiente capacidad para repotenciar a futbolistas que
individualmente parecen no tener salvación o aquellos que vienen de clubes
involucrados con el descenso.
Fuente: Los Deportivos Arequipa
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