Mientras los ojos estaban puestos en Lionel Messi, las manos
de Sergio Romero le dieron el pase a Argentina a la final ante Alemania.
La final del mundial
no es el resultado de tener un Papa argentino o a un ‘Messias’ en la cancha. Es
el resultado de algo mucho más mundano. Mientras los albicelestes esperaban el
ascenso a los cielos de Lionel Messi en cada partido, Argentina fue cerrando su
camino a la final paso a paso como la obra definitiva de un técnico
desangelado, más dado a los silencios que a los alardes propios de algunos
compatriotas suyos. Alejandro Sabella no parece un hombre divino, aunque hoy
esté a 90 minutos de una canonización.

La defensa. Holanda ha pasado a formar parte, junto a Suiza
y Bélgica, de la lista de víctimas de la escuela del Río de la Plata que
Alejandro Sabella predica desde los inicios de su carrera, esa que aprendió del
Bilardo campeón mundial de 1986. Como si olvidara que tiene a Messi en el
equipo, formó un equipo con especial atención en la defensa. Mientras todos
admiraban a los artistas del plantel, Sabella le regalaba atención a su clase,
a los que escapan de la atención de la prensa. Holanda lo padeció ese detalle.
Atacó con Robben, Van Persie, Kuyt y fueron detenidos por Rojo, Demichelis y
Garay. Tremendo mérito.

Fuente: Depor.pe
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