Corría el año de 1984 y entre al mundo del atletismo como entrenador
a los 21 años por convocatoria del Profesor Walter Valdivia, asistimos a los
nacionales de Trujillo, Arequipa y Lima ese año.
Para asistir a dicho eventos
teníamos que vender rifas, cruzadas con nuestras latitas pidiendo limosna por
las instituciones, por la calle, mercado y tantas cosas más; hacer bingos,
bailes en la Filarmónica, la Artesanos, etc, todo ello porque nuestros
deportistas no tenían plata para comprarse un pasaje, una camiseta, un buso que
nos prestábamos del voley o del fútbol color verde petróleo y que una vez
culminada la competencia tenias que devolver todo porque era prestado y por el
color del uniforme los limeños pensaban en su ignorancia que Moquegua quedaba
en la Selva.
Nos costó poner el nombre de Moquegua en el podíum de los
vencedores en más de un centenar de veces y que trascienda fronteras hasta en
sudamericanos.
Han pasado 32 años de mi vida dedicada al deporte totalmente
gratis ayudando a tantas generaciones a hacer lo que más les gusta y formar
generaciones con nobles ideales de paz, amistad, educación y la glorificación
del deporte, aportar cada día dos horas del poco tiempo que uno tiene, sacar de
tu bolsillo para trasladar atletas, comprarles un re hidratante, un pan,
materiales deportivos, un polo, una camiseta y tantas necesidades que pasamos
en cada viaje en cada Nacional y que hoy que nos jactamos que en Moquegua la
Educación es Primero.
Resulta que es una falacia, una vil mentira; porque
nuestros deportistas son parte de esta Educación, nuestros artistas,
nuestros representantes de los eventos de matemáticas, ajedrez, danza, nuestros
becados alumnos y maestros que deben estar a la altura del avance del mundo
moderno no pueden hacerlo porque simplemente la incapacidad de nuestros
gobernantes determinan desviar los dineros para pagos, y que el deporte y la
cultura siga viviendo la miseria de siempre.
No hemos cambiado nada, seguimos
como hace 32 años y nuestros representantes en grandes eventos seguirán
mendigando un pasaje para representar a su querido Moquegua. No saben lo que
pasamos cada día, ni lo sabrán porque hacer deporte es de nobles y esa palabra
no está en su vocabulario.
Que sabrán de todo lo que les cuento si en su pérdida vida jamás
conocieron la adrenalina que corre por la sangre de cada campeón; que sabrán de
lo les digo, si jamás pasaron la curva del cansancio y no quieren parar jamás,
que sabrán lo que les digo si jamás conocieron el olor de la sangre en plena
carrera, que sabrán del dolor, que sabrán del triunfo, que sabrán de una
victoria en tierras ajenas, habrán escuchado alguna vez el nombre de Moquegua
cuando se sube al podíum de los vencedores y los clarines anuncian tu victoria;
hasta siempre amigos los llevaré siempre en mi memoria y formarán parte de mi
vida.
Ronald Del Carpio
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